En el Judaísmo
El divorcio está permitido para los judíos sin que haya motivos suficientes a pesar de que está mal visto, sólo tiene derecho de pedirlo el hombre, la mujer no puede hacerlo, bajo ninguna circunstancia, ni a pesar de los motivos que pudiera haber, incluso que su marido fuera adúltero.
Una vez llevado a cabo será para siempre sin que puedan ambos cónyuges volverse a unir de nuevo en matrimonio.
En el Cristianismo
Todas las sectas cristianas prohíben el divorcio
(excepto los protestantes y ortodoxos, en caso de adulterio).
Los católicos se basan en Marcos 10-8, 9:
«Y serán los dos una sola carne; de modo que ya no son dos, sino una sola carne. Así, pues lo que Dios junta, no lo separe el hombre».
La deshonra matrimonial por parte de alguno de los creyentes no es motivo de divorcio, sino de separación, pues, el matrimonio en su parte religiosa es indisoluble.
Sin embargo, los protestantes y ortodoxos permiten el divorcio en algunos casos, tales como en el caso de adulterio, basándose en el texto «El que despidiera a su mujer, dele libelo de repudio. Pero yo os digo: todo el que despide a su mujer -excepto en caso de concubinato- la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una repudiada comete adulterio». (Mateo 5, 31-32).
Con todo lo anteriormente dicho, podemos ver que la solución para resolver las discordias y desacuerdos que pudieran surgir en el matrimonio, son distintas en los cristianos, judíos e islámicos.
Los judíos otorgan el derecho absoluto al hombre, para poder divorciar a su mujer en cualquier momento y circunstancias.
Si profundizamos e investigamos imparcialmente todo lo anteriormente dicho, tenemos que sacar la conclusión de que toda legislación, si es divina, tiene que ser justa y perfecta.
En el caso de los judíos, que dan el derecho absoluto al hombre, negándoselo por completo a la mujer, carece de esta justicia, propia de la legislación divina.
Por otro lado, los cristianos, al negarles a ambas partes tal derecho no resuelven los problemas que pueden surgir, y que de hecho surgen, agravando más la situación, y haciendo del hogar en muchas ocasiones un reino de discordia y esto tampoco es propio de la legislación divina que es perfecta.
De ahí que encontremos en los países cristianos manifestaciones pidiendo el derecho al divorcio por encontrar en él, las soluciones a los problemas que surgen en las exigencias de su naturaleza humana.
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