LA HUMILDADEl papel de la humildad en el Islam. Dios creó a los seres humanos para que Lo alaben, y un musulmán practicante debe ser, en esencia, capaz de adorar a Dios a cada segundo, en cada hora de cada día. El Islam es una forma de vida y no significa nada más ni nada menos que la sumisión al Dios Único. La palabra que el Corán utiliza con más frecuencia para describir la adoración es Ibadah. Ibadah es la raíz de la palabra ‘ubudiiah, que significa expresar humildad o modestia, y como muchas otras palabras del árabe, esta tiene muchos matices de significados. Ibadah implica más que una toma de conciencia de la humildad. Es el sentido completo de la humildad que conquista a quien está sometido a la voluntad de Dios, el Todopoderoso. La adoración es someterse a Dios, y la parte esencial de la sumisión es la humildad. La humildad puede guiarnos al Paraíso, así como su opuesto, la arrogancia, kibr en árabe, sólo puede llevarnos al Infierno. Fue la arrogancia de Satanás la que ocasionó su expulsión del Paraíso; cuando se negó a obedecer humildemente la orden de Dios de postrarse ante Adán, el padre de la humanidad, se condenó a sí mismo y a sus seguidores al Infierno. Satanás carece de sumisión o de humildad, lo cual dio como resultado que una de las criaturas de Dios más piadosas cayera en el abismo. Nadie que se comporte de manera arrogante o actúe como si tuviera poder sobre los demás, es capaz de someterse realmente. Todo poder y toda fuerza provienen de Dios el Único. Todos los seres humanos somos iguales ante los ojos de Dios, y las distinciones entre naciones, tribus y familias son sólo para que nos conozcamos unos a otros y no para causar orgullo. La humildad es piedadEl pilar principal de la adoración, Ibadah, es la oración. La oración en congregación se realiza en filas donde todos los hombres se presentan como iguales ante Dios. No hay lugar especial para el rico o el pobre, los humildes y pobres no son relegados a las últimas filas. Cada hombre inclina su cabeza con humildad, sabiendo que sus hermanos a sus lados son igualmente importantes ante los ojos de Dios. Sólo una cosa eleva a un hombre o una mujer por encima de los demás: la piedad. La piedad o virtud verdadera no se puede lograr sin cultivar un sentido de humildad. La humildad viene de conocer acerca de Dios y reconocer Su grandeza, venerarlo, amarlo y temerle, y viene también de conocerse a sí mismo y sus propias faltas y debilidades. Dios da esta característica a aquellos que luchan por acercarse a Él a través de obras de piedad y rectitud. Un compañero cercano al Profeta de Allah (la paz y bendición sean con él) lo escuchó decir: El Profeta no se comportaba con los demás como si fuera mejor que ellos ni tampoco desdeñaba el trabajo manual. Uno de sus compañeros reportó que el Profeta de Allah (la paz y bendición sean con él) era feliz trabajando con sirvientes u obreros. Otro compañero relató que el Profeta arreglaba su casa, ataba sus camellos, alimentaba animales, comía con sus siervos y los ayudaba a amasar y a traer las provisiones del mercado. También, está reportado que solía visitar a los enfermos, asistir a los funerales, montar en burro, disminuir la marcha por el bien de los débiles y aceptar las invitaciones de los pobres. Durante su Califato, Omar ibn Al-Jattab marchó hacia Damasco con su ejército. Abu Ubaida estaba con él. Llegaron a un lago pequeño. Omar bajó de su camello, se quitó los zapatos, los ató y se los colgó al hombro. Luego tomó el cabestro de su camello y entraron juntos al agua. Viendo esto frente al ejército, Abu Ubaida dijo: “¡Oh, Comandante de los Creyentes! ¿Cómo puedes ser tan humilde frente a tus hombres?” Omar respondió: “¡Ay de ti, Abu Ubaida! Me extraña lo que dices. Pensamientos como ese serán la causa de la caída de los musulmanes. ¿No ves que éramos un pueblo sin dignidad? Dios nos ha elevado a una posición de honor y grandeza a través del Islam. Si olvidamos lo que somos y deseamos algo distinto al Islam que nos ha elevado, Aquel que nos levantó seguramente nos degradará”. |